Navego sin rumbo fijo alli donde los vientos me lleven.
Observo sobresalir las cimas de una isla, tomo el timón para dirigirme a esa visión.
Echare el ancla en este pico y bajaré en el bote.
Mientras desciendo saboreo con la vista un paisaje de caramelo.
La luz del faro va rasgando el cielo.
El guardián me permite la entrada al país de las máquinas.
Un hombre de metal hace acrobacias al son de su corazón de vapor.
El rey de las máquinas me invita a bajar al bosque de la poesía.
No sin antes despedirme respetuosamente de la reina madre.
Estamos en la primavera de las letras, hay hermosos versos que brotan.
Oigo ruidos detras del árbol sentado.
Es la niña que cuida del bosque.
-Tengo que regar las plantas con agua de fantasía, si no se marchitarán sus poemas.
Voy a tomar una buena provisión de este lugar.
Así mientras surco el cielo, una lluvia de letras mojará los desiertos sin alma.
Colabora : Irene Dench
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